El acero es una aleación de hierro y carbono, normalmente con una proporción de carbono inferior al 2 %. Aunque suene moderno, su historia se remonta a más de 3.000 años.
En la antigua India, hacia el año 400 a. C., se producía un acero de altísima calidad conocido como acero wootz, obtenido al fundir hierro con carbón vegetal en crisoles sellados. Este material tenía una pureza excepcional y se exportaba a Persia y Roma, donde se forjaban las famosas espadas de Damasco, reconocidas por su filo y resistencia.
En China, durante las dinastías Han y Qin (siglos III a. C.–III d. C.), ya se utilizaban altos hornos primitivos, adelantándose siglos a Europa. Estos hornos permitían controlar mejor la temperatura y obtener aceros más uniformes para herramientas, armas y piezas de agricultura.
En Europa, durante la Edad Media, el acero se elaboraba en forjas catalanas o bloomerys, donde el hierro se mezclaba con carbón vegetal. El proceso era lento e irregular, lo que hacía del acero un material costoso, reservado para espadas, armaduras o relojes de precisión ⏳.
Todo cambió en el siglo XIX con la Revolución Industrial.
El ingeniero británico Henry Bessemer inventó en 1856 el convertidor Bessemer, que permitía insuflar aire a presión sobre el hierro fundido, eliminando impurezas y reduciendo el carbono.
Por primera vez, el acero pudo producirse en grandes cantidades y a bajo coste, impulsando la construcción de puentes, ferrocarriles, barcos y rascacielos .
Poco después, surgieron nuevos métodos como el Siemens-Martin (1865) y el horno eléctrico (siglo XX), que perfeccionaron la pureza del material y dieron origen al acero moderno, base de la industria contemporánea y de los objetos cotidianos que usamos a diario.
Dato curioso:
En la India aún se conserva el Pilar de Hierro de Delhi, erigido hace más de 1.600 años. A pesar del paso del tiempo, casi no presenta signos de oxidación. Su composición única y la capa protectora que lo recubre son un ejemplo natural de “acero inoxidable”… ¡siglos antes de su invención oficial!
El acero inoxidable o “inox”: resistente, seguro y duradero
El acero inoxidable es una variedad a la que se añade un mínimo de 10,5 % de cromo.
El cromo, al reaccionar con el oxígeno del aire, forma una capa invisible y autorreparable llamada capa de pasivación (óxido de cromo, Cr₂O₃).
Esa fina película evita que el hierro se oxide.
Dato curioso: si rayas tu termo, esa capa se repara sola en contacto con el aire. ¡Es como si tuviera un sistema de curación incorporado!
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MUSEO DE LA SIDERUGIA (MUSI). Foto propia.
La familia de los aceros inoxidables
Los aceros inoxidables se clasifican en cinco grandes familias según su estructura y composición.
Las más comunes en utensilios y botellas son:
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Aceros austeníticos: no magnéticos, con cromo y níquel.
Excelentes en resistencia a la corrosión y muy fáciles de soldar y moldear. -
Aceros ferríticos: magnéticos y con poco o nada de níquel.
Más económicos, aunque algo menos resistentes a la corrosión.
Tipos de acero inoxidable de uso alimentario
- Acero inoxidable 304 (18/8)
El más utilizado en botellas termo de calidad.
Contiene 18 % de cromo y 8 % de níquel, lo que le otorga una resistencia excelente a la corrosión, al calor y a los líquidos ácidos.
Es seguro para alimentos, no altera el sabor ni el olor, y es maleable para diseñar productos atractivos y funcionales. - Acero inoxidable 316 (18/10)
Además de cromo y níquel, incluye molibdeno, que mejora su resistencia a la humedad extrema y al agua salada.
Se usa en equipos médicos y marinos, aunque es algo menos maleable que el 304. - Acero inoxidable 430 (sin níquel)
Más económico y magnético, con menor resistencia a la corrosión.
Adecuado para componentes externos, pero no recomendable para el interior de botellas termo, ya que podría oxidarse con el tiempo. - Acero inoxidable 201
Una versión más barata del 304.
Sustituye parte del níquel por manganeso, reduciendo su resistencia a la oxidación.
Se usa en productos de menor durabilidad o que no están muy expuestos a la humedad.
Aceros no aptos para uso alimentario
No todos los aceros son seguros para contener bebidas o alimentos:
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Acero al carbono: muy resistente, pero se oxida fácilmente con agua o aire.
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Aceros galvanizados: recubiertos con zinc; este puede migrar al contenido.
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Aceros templados o de herramienta: duros, pero con altas cantidades de carbono y metales no seguros.
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Aceros recubiertos o pintados: sus barnices o pinturas no están pensados para contacto alimentario.
¿Acero o aluminio?
No confundas los termos de acero inoxidable con los de aluminio. El aluminio es más ligero y económico, pero menos duradero. Además, se corroe fácilmente con bebidas ácidas. Por eso suele recubrirse con resinas o epoxis, que pueden degradarse con el tiempo o liberar sustancias indeseadas.
El aluminio también tiene alta conductividad térmica, por lo que conserva el calor o el frío mucho menos tiempo que el acero 304.
Conclusión
La próxima vez que compres un termo, busca la especificación
“Acero inoxidable 304” o “Grado alimenticio 18/8”.
Esa pequeña etiqueta garantiza durabilidad, seguridad y un café caliente por más tiempo.
♻️ Además, el acero inoxidable es 100 % reciclable, no libera compuestos tóxicos y tiene una vida útil muy larga.
Una elección inteligente para ti y para el planeta.
